Las redes de arrastre de media-agua, o pelágicas, son utilizadas para capturar a aquellos peces que no se ubican en el fondo marino, sino que están en la columna de agua. Igualmente, éstas afectan la diversidad biológica al remover grandes porciones de la población objetivo y de otras especies a través de lo que conocemos como pesca incidental, pero no perturban el fondo marino en sí.
Las redes de arrastre de media-agua, o pelágicas, son utilizadas para capturar a aquellos peces que se ubican en la columna de agua, afectando la diversidad biológica, ya que remueve grandes porciones de la población objetivo y de otras especies (pesca incidental), pero sin perturbar el hábitat donde éstas operan.
El arrastre de fondo, por su parte, son redes pesadas cuyos engranajes son arrastrados por el fondo marino para capturar peces e invertebrados que viven sobre él o en sus cercanías, es decir, especies bentónicas y demersales. Este tipo de pesca no sólo tiene un impacto directo sobre las poblaciones de peces y las comunidades bentónicas de las zonas donde es utilizada, sino que también puede tener efectos a largo plazo en el ecosistema al alterar las propiedades físicas del fondo marino.
La red de arrastre de fondo está diseñada y aparejada para capturar especies que viven sobre o cerca del fondo marino, presenta forma de cono y es arrastrada sobre él. La parte final o trasera de la red se conoce como copo, y su función es retener la captura. Normalmente las redes tienen dos alas laterales, una por cada lado, que se extienden por delante de la abertura o boca de la red. La boca de la red, en su parte superior, está limitada por la relinga de flotadores y en su parte inferior por el tren de arrastre y la relinga inferior, o borlón.
Además, muchas redes están equipadas en su parte inferior con grandes discos de goma o cilindros de acero para que tengan la capacidad de pasar sobre obstrucciones como rocas o cabezas de corales.
Otro tipo de red, las de arrastre de vara, se mantienen abiertas por una vara de acero con una apertura total de 4-12 metros, a diferencia de las alas laterales, y están equipadas con cadenas que tienen un peso en vacío de hasta 13 toneladas (Figura 1).
Estas redes son arrastradas por kilómetros, trayecto en el que se van llenando decenas de miles de kilogramos de organismos marinos, rocas y barro, aumentando el peso que es arrastrado y perturbando gravemente el fondo marino.
Así, la pesca de arrastre de fondo tiene muchos efectos más allá del empobrecimiento de los stocks de la especie objetivo como, por ejemplo, la alteración de la morfología del fondo del mar y de los ciclos de nutrientes encontrados en éste, el aumento de la turbidez del agua, alteraciones a la biodiversidad y mortalidad bentónica, y la remoción de sedimentos que quedan suspendidos.
En Chile la pesca de arrastre de fondo es desarrollada por embarcaciones industriales, que generalmente poseen una eslora entre 18 y 110 m, y que solo puede operar fuera de las primeras 5 millas náuticas desde la costa, que corresponde al Área Reservada para la Pesca Artesanal (ARPA). Su uso, además, está prohibido en todas las aguas interiores de las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, salvo en algunas zonas expresamente exceptuadas.
En la actualidad, las redes de arrastre de fondo son utilizadas en las pesquerías de peces, como la merluza común (Merluccius gayi gayi), la merluza de cola (Macruronus magellanicus), la merluza del sur (Merluccius australis), el besugo (Epigonus crassicaudus) y el congrio colorado (Genypterus blacodes), como también en las pesquerías de crustáceos demersales, que incluyen al camarón nailon (Heterocarpus reedi), al langostino amarillo (Cervimunida johni) y al langostino colorado (Pleuroncodes monodon). De estas pesquerías, es importante recalcar que en 2019 la merluza común, la merluza del sur y la merluza de tres aletas fueron declaradas como “sobrexplotadas” y en el caso de merluza de cola y el besugo su estado fue “agotado o colapsado”.
REFERENCIAS
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